domingo, 23 de enero de 2011

La historia de mi mano - Capítulo 4


 
Zurda también tiene una historia, otra aburrida historia de manos. Siempre ha estado a la sombra de Diestra. Que si Diestra esto, que si Diestra lo otro. Incluso ahora que Diestra se ha equivocado y ha cometido una colosal estupidez, es la que se lleva todas las atenciones.
Hay incluso quien trata de ver en su acción un gesto de heroicidad y eso releva a Zurda, todavía más, a un segundo plano.

Pero Zurda sospecha que únicamente lo ha hecho por llamar la atención, que su acción no es debida a la ejecución de ningún plan para escapar, si no a un simple arrebato infantil.

El caso es que está bastante harta, ya que ha tenido que realizar un sinfín de tareas a las que no estaba acostumbrada y no se ha llevado ningún reconocimiento. Al contrario, toda la atención sigue acaparándola Diestra.

-¡Mírala, ahí tumbada todo el día, con su escayola! Y yo, mientras, ¡con el doble de trabajo que antes! Y encima, muchas de las tareas son nuevas para mí.
¡Estoy agotada! Y ¿alguien se preocupa por mí? ¡Qué va! Todo es – “¿Qué le ha pasado a Diestra?” – “¡Ay, pobrecita, lo mal que lo estará pasando!” -
¡Pues que se joda!, ¡por gilipollas! Y encima trata de disfrazar su imbecilidad de supuestos valores existenciales. ¡Pero si no tiene dos dedos de frente! Lo único que ha hecho toda su puta vida ha sido dedicarse a ponerse cachas, ¡qué coño va a saber de existencialismos ni de gaitas!


No hay comentarios:

Publicar un comentario