jueves, 11 de octubre de 2012

Nieve en otoño

Sentada ante la ventana, en el piso vacío, Tatiana Ivanovna se pasaba las horas muertas viendo caer la lluvia, que resbalaba por los cristales como una cascada de lágrimas. Por encima de las pequeñas fresqueras y las cuerdas tendidas entre dos clavos donde se secaban los trapos, las criadas intercambiaban bromas y quejas de cocina a cocina en aquella lengua atropellada que la anciana no entendía. Hacia las cuatro, los niños volvían de la escuela. Se oía el sonido de los pianos, que tocaban todos a la vez, y en cada mesa de comedor se encendía una lámpara similar. Luego la gente corría las cortinas, y ya no se oía más que el repiqueteo de la lluvia y el sordo rumor de las calles.
     ¿Cómo podían vivir encerrados en aquellas casas oscuras? ¿Cuándo llegaría la nieve?

– Irène Némirovsky –