Lo que quedó en el tintero, déjalo estar. Esfuérzate por escribir bellas palabras y no emborrones lo que ya escribiste, que la tinta sirve para ambos menesteres.
Sin duda, más trabajoso es el primero pero también más gratificante. Y tu alma se verá recompensada, porque, al fin y al cabo, es para quien escribes.
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