Había perdido un mundo y no había ganado otro. Y Kino tenía miedo. Nunca en su vida se había alejado de su pueblo. Tenía miedo de los desconocidos y de los lugares desconocidos. Le aterrorizaba ese monstruo de desconocimiento que llamaban la capital. Estaba más allá del agua y al otro lado de las montañas, a más de mil kilómetros, y cada terrible kilómetro desconocido era terrible. Pero Kino había perdido su propio mundo y debía trepar hasta alcanzar uno nuevo. Puesto que su ensoñación del futuro era real y nunca sería destruida, dijo "iré" y también creó una cosa real. Decidir ir y decirlo era haber recorrido medio camino.
La perla – John Steinbeck–
martes, 15 de noviembre de 2011
La perla
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