domingo, 3 de julio de 2011

Entelequia


Cayeron los muros, los muros de la entelequia.
Las trompetas, aliadas con el viento, han sentenciado,
han mancillado los cimientos con sus notas esbirras.
Un estruendo arrojado al aire, escupido, vomitado.
A ese aire que forma, cómplice de notas corpóreas,
una sustancia de alquimia que socava, con ahínco,
las viejas murallas de la ciudad eterna.

¡Como  gotea la brea quemada que encharca mis pies!
Esa brea que fluye por el cauce del tiempo.
Un tiempo seducido por las notas de trompetas.
Unas notas que se ahogan en la brea.
Eterna elipse que no cesa de rotar.

El tiempo, que encauza la brea con sus notas,
está envuelto en una tregua, liberado,
tal vez por una deidad, de su lineal transitar.
Se desdobla, retorciéndose a su antojo,
y se pliega, recogiendo los escombros.


– Mystic –

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