Atravesé el umbral.
Lo crucé y me aferré.
Resbalé, grité.
Dormí, soñé.
Y me perdí.
Otra vez.
Ahí, el umbral.
Tantas veces traspasado.
Tantas veces profanado.
Tantas, que ya no sé dónde estoy
ni qué es lo que me rodea.
Así que, dime dónde estoy.
¡Pero dime dónde estoy!
Es irreal.
Esto no existe.
Solo fluye, imperceptible.
Como el tiempo y el azar.
Cuando tiemblo.
Es irreal.
Y cuando creo sentir
que es real la irrealidad,
cruzo el umbral.
Y nunca sé que hay que saber.
Y nunca siento que lo siento.
Y siempre quiero querer.
Y siempre muero por dentro.
En el umbral.
– Mystic –
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