viernes, 25 de febrero de 2011

Dormitando


Atrás quedó, de momento al menos, el sombrío bosque de tupidas copas que impiden -en confabulación perversa- que ni el más insignificante rayo de sol penetre en su interior. Ahí dentro todo es frío. Humedad. Un angustioso murmuro silencioso es el vigilante que, con líquidas garras de herrumbre maltrecha, te atenaza, te empuja, te golpea.

No quiero volver. No sé muy bien dónde estoy, sólo es una vasta vereda. Pero no quiero volver.

Aquí, al menos, el viento seduce a la hierba y esta, a cambio, le presta su fresco aroma para compartirlo con mis sentidos. Y el sol negocia con las nubes porque quiere prestarme su calor.
Los pájaros traen consigo mensajes cifrados en su trinar. No los entiendo, pero yo sé que tratan de desvelarme su secreto, el misterio oculto.

No lo entiendo. Pero es bello su trinar.

Y dejo que este arrullo me someta al incipiente dormitar, que ya tendré tiempo de comprobar cuando despierte.... uhmm! no sé que tendré que comprobar. 
Ahora sólo quiero tenderme un rato en la hierba y dejar que me venza el sueño. Luego.... ya veremos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario