viernes, 25 de febrero de 2011

Dormitando


Atrás quedó, de momento al menos, el sombrío bosque de tupidas copas que impiden -en confabulación perversa- que ni el más insignificante rayo de sol penetre en su interior. Ahí dentro todo es frío. Humedad. Un angustioso murmuro silencioso es el vigilante que, con líquidas garras de herrumbre maltrecha, te atenaza, te empuja, te golpea.

No quiero volver. No sé muy bien dónde estoy, sólo es una vasta vereda. Pero no quiero volver.

Aquí, al menos, el viento seduce a la hierba y esta, a cambio, le presta su fresco aroma para compartirlo con mis sentidos. Y el sol negocia con las nubes porque quiere prestarme su calor.
Los pájaros traen consigo mensajes cifrados en su trinar. No los entiendo, pero yo sé que tratan de desvelarme su secreto, el misterio oculto.

No lo entiendo. Pero es bello su trinar.

Y dejo que este arrullo me someta al incipiente dormitar, que ya tendré tiempo de comprobar cuando despierte.... uhmm! no sé que tendré que comprobar. 
Ahora sólo quiero tenderme un rato en la hierba y dejar que me venza el sueño. Luego.... ya veremos.

domingo, 13 de febrero de 2011

viernes, 11 de febrero de 2011

lunes, 7 de febrero de 2011

La adoración de la luna


"Generosa, excesiva, se deshace, se diría, reflejando la luz y dándola, ávida de dar y de ser acogida, ávida de amar y todavía más, parece, de ser amada. Y la avidez de ser amado en cualquier ser tan sólo se calma con la idolatría, con la enajenación, con la locura misma nacida de la adoración imposible."
Claros del bosque
  María Zambrano

sábado, 5 de febrero de 2011

Arena


Yo te encontré en la arena,
mientras el viento jugaba con tu pelo,
y tu pelo dibujaba surcos, distraído.
Yo te encontré en la arena.

Y te encontré en la arena. Desnuda.
Desnuda de anhelos e ilusiones.
Desnudo tu cuerpo y desnuda la arena
que te encontró, y susurró tu nombre.

Susurros robados por el viento,
el mismo que juega con tu pelo,
es ladrón de nombres
y guardián de confesiones a destiempo.

Susurros que roba el viento.
Y así mueren los secretos
que no han de ser escuchados
por oídos indiscretos.

Se los lleva el viento adrede.
El que juega con tu pelo
y con la arena, entre la cual,
yo hallé tu cuerpo inerte.


Mystic