lunes, 22 de noviembre de 2010

Santuario artificial


Buscando, de nuevo, el brillo de la esfera de marfil en lo impredecible e inescrutable. 
Un lugar extraño. Distinto aroma, distinta melodía, varios cientos de kilómetros y 15 años son los que me separan de aquel momento, pero la esencia se mantiene impermutable.

¿Acaso no he aprendido nada en todo este tiempo?
¿Acaso no era igual de extraño aquel otro lugar?

“Tanto vagar para no conservar nunca nada”, son las palabras que vienen a mi mente.
Pero, ¿qué es lo que hay que conservar? Igual son solo momentos, como aquel de hace 15 años, acompañado por una vela y por mi propia soledad.


Demasiadas preguntas y ¡tan pocas respuestas! O tal vez sea al contrario y sean tantas las respuestas que alberga una solitaria pregunta, que es imposible no perderse en la búsqueda de la adecuada.

Un mar de dudas, de palabras. De respuestas que tropiezan con sórdidas letras y van conformando, torpemente, retazos de ¿pensamientos?

  

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