Te deslizarás por toboganes,
los que fragüé con anhelos confusos,
y, vagamente, observaré tu estela
difuminada por el viento.
Sonará, cual canto de sirenas,
el aullido lejano de un antiguo chelo.
Y, abnegado, seguiré con la vista tu tránsito,
mas no podré ir tras de ti.
Me quedaré quieto.
Inerme.
Confuso, sí.
Como inerte.
– Mystic –
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